Mi nombre es Dimitri Conejo Sanz, tengo 35 años y me encanta emprender. Hace un tiempo sentí la llamada del Señor de poner todos mis dones a Su servicio y entregarme enteramente a Él. Desde entonces, ando creando proyectos católicos online con la única intención de aportar a nuestra comunidad recursos de calidad que ayuden a la evangelización. Entre mis proyectos destacados se encuentra Cathopic, un banco de fotografías profesionales, católicas y totalmente gratuitas.
Tras mi paso por algunas instituciones católicas, me fui dando cuenta de lo estancada que se había quedado nuestra Madre Iglesia en el mundo de Internet; mentalidad de los años 90, sin sentido para los tiempos que corren y con pocos recursos para los jóvenes, que son el futuro. ¡Se pierde más el tiempo pensando en la fórmula que te consiga dar más suscriptores a los boletines, que en rezar para que el Señor te ilumine con un camino mejor de evangelización!
Me dedico profesionalmente al diseño y desarrollo web, lo que facilita un poco la misión a la que he sido llamado: renovar la imagen de la Iglesia católica en Internet. Obviamente esta tarea no la hago solo, sino que cuento con la Madre Santísima, que cada día me recuerda por quién estoy aquí, para quién lo hago todo y de quién soy.
Querido hermano/a, espero de corazón que disfrutes con este pequeño proyecto y si te ayuda en algo para acercarte más a Nuestro Señor Jesucristo, ¡no pares de dar gloria a Dios!
Hace un tiempo hice mi Alianza de Amor con la Madre en Schoenstatt. Me entregué completamente, para que Ella fuera siempre mi brújula, mi maestra y dueña. Para que cada día me llevara a contemplar el rostro de su amado Hijo y fuera sanando en mi todas aquellas limitaciones, debilidades y heridas que muchas veces me dominan y me complican la entrega total al Señor.
Este regalo que recibí en Schoenstatt lo quise compartir con los demás. No sabía cómo hacerlo, hasta que el Señor me regaló poder contemplar a mi novia y a unos amigos más consagrarse a la Virgen Santísima a través del Tratado de San Luis de Montfort.
Durante 33 días, tras la Santa Misa, mi novia se quedaba preparándose para su Consagración. Encendía su móvil, abría el Whatsapp y buscaba el texto preparatorio que le enviaban sus amigas a través de una imagen. Aquello despertó mucha curiosidad en mi, puesto que lo veía como un proceso demasiado complejo cuando podía ser mucho más simple.
El día de la Consagración, cuando vi a mi novia y a nuestros amigos arrodillados ante la Madre, ¡me vino la idea! Una idea, que gracias a la oración de muchas personas y a la intercesión de la Madre, hoy es real.